
Fotografía de Andre Brito
Un calor apasionante comienza a caminar sobre mis piernas.
Al llegar a las rodillas se transforma en un guante de plástico duro,
de esos que se usan para protegerse las manos
mientras uno friega los platos y vasos sucíos.
Está húmedo y me coge como si tuviera miedo a caerse.
Sus movimientos empiezan a resbalar por mis muslos
deslizándose como una araña por su tela.
No puedo quitar la vista del dedo medio,
parece muy nervioso y excitado.
El dedo índice se mueve con espasmos.
Indeciso da un paso adelante y otro atrás.
Poco a poco los cinco dedos avanzan
y mientras ellos lo hacen yo retrocedo.
La luz da paso a la oscuridad.
Me convierto en el puente que une el delirio con la alucinación.
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