martes, 31 de mayo de 2011

La soledad del corredor de fondo



Fotografía de Quentin Shih


Comienzan de nuevo las carreras. Un dolor intenso con un quebranto penetrante me lleva de nuevo a correr. El río me recibe de fiesta. Las flores lucen con esplendor y el cuerpo a pesar de su condición de frágil cristal resiste. Las lágrimas y la congoja me acompañan sincronizándose con mis pies. Convertida en un aspersor de riego humedezco el suelo que piso y de mi llanto nacen semillas de algo nuevo que aún ni presiento. Los días posteriores el cuerpo se muestra fuerte. Costello marca con "Almost blue", el tiempo de mi vuelo. Los pensamientos huyen y se enredan en las ramas de los árboles. Y algo similar al vacío me conquista y caigo rendida a él. El reloj de mi tiempo ya no me pesa en las muñecas. Y el sudor refresca, como la lluvia de verano, el calor que emana mi pecho. Ese rojo incandescente que abrasa mis entrañas y las deja dispuestas para ser comidas. El desconcierto es picoteado y recogido por los pájaros que vuelan rumbo a las nubes. El corazón bate las alas y enreda sus plumas en las costillas sin temor a ser herido.