lunes, 27 de diciembre de 2010

El hombre del traje


Marcel Ceuppens es un diseñador gráfico belga que con los mínimos elementos consigue comunicar muchísimo.


The end of the world


Al observar sus diseños me viene a la cabeza la serie de televisión “Mad Men”. Esos hombres, publicistas en el caso de la serie, elegantemente ataviados con traje de chaqueta y corbata, cargados con su maletín y que con su pulcritud se enfrentan a un mundo no tan nítido.



The marketing departament


Marcel Ceuppens imparte clases en el Colegio de arte y diseño de la Universidad de Sint-Lukas en Bruselas. En sus obras, los títulos juegan un papel crucial porque son ellos los que te hacen entender el mundo con el que se relaciona su personaje, ese hombre recurrente. Un mundo actual al que atiende con sorpresa y que le sobrepasa. Es inevitable pensar en Mr Hulot, ese personaje irónico y entrañable creado por Jacques Tati.




Eyjafjallajokull



htpp://web.mac/marcel.ceuppens

domingo, 26 de diciembre de 2010

Un tranvia llamado regreso


Ilustración de Adriá Fruitos


La casa luce oscura, siempre lo fue, pero ahora las bombillas, todas ellas de bajo consumo, la hacen aún más lúgubre. La lámpara del recibidor se ha fundido y entra a oscuras. Cargada con la mochila avanza hacia su habitación. El pasillo se ilumina lentamente y adquiere el aspecto de un corredor de hospital. Se le hace inevitable ver algunas imágenes del pasado circular por allí. Imágenes que como fotos antiguas la retrotraen a una época que no fue más feliz. Se cruza con un fantasma que pasa de largo sin tropezar con ella, se reconoce en él. Lleva el pelo más largo y es mucho más joven. El espectro lleva en las manos un libro y aunque lo intenta no consigue leer el título. Calcula la edad del espíritu e intuye que tal vez el autor puede ser García Márquez.

Entra a su habitación y deja la mochila sobre la cama. Mira a su alrededor, los mismos edredones, los mismos muebles, ahora desconchados en sus patas, como si hubieran sufrido una inundación emocional y la madrera se hubiera abierto como lo hacen las flores en primavera. Las paredes, los techos, todo ha envejecido. Se mira al espejo y este le devuelve una imagen ajada, la piel color sepia, patas de gallo y unas inmensas bolsas bajo los ojos.

Abre una ventana para respirar y se queda con el tirador en las manos. El frío invierno la despierta de su ensoñación y escucha un villancico que llega desde casa de sus vecinos. Eso la hace sonreír.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Retratos de familia

Elisa Arguilé es una ilustradora especializada en libros infantiles y juveniles. Nació en Zaragoza en 1972.



Título de la ilustración "Mi hermana"

En 2007 obtuvo el Premio Nacional de ilustración por su trabajo en el libro "Mi familia" de Daniel Nesquens.



Título de la ilustración "La tía Elisa"

Y en 2008 ganó el premio Junceda Iberia con el albúm "Puré de guisantes". En Inglaterra con esa expresión denominan a la niebla densa que no deja ver apenas nada. Su técnica mezcla el collage y la pintura acrílica.




Título de la ilustración "El tío Bernardo"

Todas las ilustraciones son de Elisa Arguilé y pertenecen al libro de Daniel Nesquens "Mi familia".

martes, 14 de diciembre de 2010

Buenos días




Ilustración de Ana Juan.

No hay nada peor que despertarse sobresaltado por el timbre del despertador que tu madre te regalo las navidades pasadas y que canta como un gallo que está cambiando la voz y minutos después descubrir que la noche anterior cambiaron la hora y tú no te enteraste y por lo tanto llegas tarde a todas tus citas.

En ese momento suena el teléfono y sabes quién es, por supuesto. Se trata de esa cita que durante meses has ido esquivando y que ya sin poder excusarte más tuviste que aceptar la tarde anterior y que debe estar esperándote desde hace rato.

- Bueno, si…bueno tal vez la hora del desayuno sea una buena hora. Sí, nos vemos a eso de las 8, en la pastelería que tanto te gusta, sí. Tranquila no se me olvidará. Sí ya sé que me ha pasado otras veces pero está vez no es igual. Está vez tengo muchas ganas de verte. Rememoras mientras descalzo vas hacia el teléfono y tu dedo gordo choca contra la pata de una silla.

Enfadado piensas que ahora perderás una hora de tu preciado tiempo escuchando la cháchara aburrida y repetitiva de la hermana de tu madre. Una anciana tía que se dedicó en cuerpo y alma a cuidarte durante tu niñez pero los tiempos han cambiado y ahora todo va mucho más deprisa que entonces y apenas te queda tiempo para respirar dos veces seguidas. Y en el trabajo tienes un montón de compromisos y no sacas tiempo para nada. Y sería fatal llegar tarde también a la reunión de directivos publicitarios.

Coges el teléfono e intentas disculparte pero para tu sorpresa tu tía no está enfadada sino que llora como una magdalena desconsolada. Intentas que articule una palabra comprensible pero entre sollozos lo único que consigues entender es: “magullada, como una berenjena arrugada…pobre…” Mucho más tarde descubrirás que una de las mejores amigas de tu tía, ha rodado por las escaleras y está sentada en su sillón junto a ella porque nadie de su familia tiene tiempo para llevarla al hospital.

Intentas calmar a ambas ancianas. Tu tía dice que no te preocupes sabe lo ocupado que estás y los del SAMU no tardarán en venir a por ellas. Desconsolada cuelga aduciendo que llaman al timbre y tus palabras, chocan contra el auricular y con un golpe violento vuelven a entrar en tu boca, sin poder correr por el cable telefónico porque tu tía ha cortado vuestra comunicación. En ese momento, tu corazón cruje y una sensación de culpa lo estruja violentamente.

Respiras con cierto desconsuelo y farfullas como puedes: “Bueno días.”


Ilustración de Ana Juan

martes, 2 de noviembre de 2010

Un pasaje en el transiberiano




Andrea Dezsö es una artista rumana, nacida y criada en Transilvania y afincada en EEUU. En sus obras podemos ver desde dibujo, escultura,instalaciones,animación stop-motion, muralismo, siluetas de papel, libros de artista, bordados y escritos.
Sus TUNNEL BOOKS desarrollan una narrativa profundamente personal. Son piezas a medio camino entre el libro desplegable (pop-up book) y los pequeños teatros de papel, eso si sobredimensionados pues ocupan las salas de las galerías en las que expone.

Andrea Dezsö: Living Inside. Tunnel books 2009

Andrea Dezsö: Living Inside. Tunnel books 2009

En sus obras incluye imágenes y construcciones infantiles que según ella misma dice están muy influenciadas por las memorias de su niñez bajo el comunismo.



Son muy interesantes su serie de bordados "Mi madre decía" (My Mother Claimed) que ella misma describe así:

"He creado estos bordados a mano para explorar las supersticiones familiares fundamentadas en extrañas creencias, en la intolerancia y en la impaciencia cultural de mi Transilvania. Son imágenes y palabras sobre lienzos de algodón, inspiradas por los cuadros que colgaban en las paredes de nuestra cocina durante mi infancia."




Andrea Dezsö. Perteneciente a la serie Bordados "Mi madre decía".

"Mi madre decía que la gente inteligente tiene la frente alta y que se puede distinguir a la persona honesta de la deshonesta con sólo verla."

www.andreadezso.com

miércoles, 27 de octubre de 2010

Capas de luz


Fotografía de Jim Fiscus

Jim Fiscus es un fotógrafo americano cuyo trabajo destaca por integrar fotografía conceptual con imágenes generadas por ordenador. Realizó la campaña publicitaria de la serie de televisión "Dexter". así como anuncios para Levis, Nike y Showtime entre otros.



Trabaja las imágenes por capas y es muy meticuloso con la luz. Fotografía por separado cada uno de los objetos que aparecen en sus instantáneas. El resultado es impresionante.


www.fiscusphoto.com


jueves, 30 de septiembre de 2010

Convulsión


Sam Shepard


"Si pudiera verme ahora, seguro que se enamoraría de mí, me apuesto lo que sea. Me apuesto lo que sea a que sí. ¿Cómo podría no hacerlo? Miradme. Miradme ahora. Como estoy. Si pudiera verme así: esperándola, horas antes, mucho antes de que llegue, buscando cualquier señal o sonido suyo. Vería lo entusiasta que soy. Vería la desesperación en mi pecho. Si pudiera verme ahora, desde la distancia, sin que yo supiera que me está mirando, me vería tal y como soy. ¿Cómo podría no sentir algo por mí, entonces? Algo, o quizás no. Quizás eso es..., o sea, a lo mejor las actitudes como ésta provocan repulsión. No sé exactamente cómo funciona pero..., a lo mejor nace un sentimiento de revulsión cuando alguien es demasiado entusiasta..., demasiado disponible, demasiado dependiente. No lo sé. Alguna convulsión. No. No, eso no. No es eso. Ni siquiera es una palabra, ¿no? Convulsionar. Si pudiera recordar aquella vez, ¿cuándo fue...? Aquella vez en Knoxville cuando estábamos besándonos en el tren, aquel beso largo, largo que nos dimos, despidiéndonos, y de repente el tren empezó a moverse, pero yo no tenía que acompañarla, o sea, ésa era la razón por la que nos estábamos despidiendo, porque pensábamos que no nos veríamos durante mucho, mucho tiempo y estábamos concentrados en ese largo..., sólo besándonos y besándonos y de repente el tren se estaba moviendo y no había manera de bajarme. Árboles y casas desaparecían a toda velocidad. Al final me dejaron en la estación siguiente, que estaba a muchas millas de distancia, y allí estaba yo, esperando durante horas el próximo tren de vuelta, o sea, si me hubiera visto entonces, de pie allí, esperando, seguro, seguro que me querría. O sea, cómo podría no tener algún..., no sé. Ya no sé qué es lo que hace que las cosas pasen, esa conexión. Si es que alguna vez la hubo."

CONVULSIÓN de Sam Shepard


Samuel Shepard Rogers es un dramaturgo, novelista, guionista y actor de cine nacido en Ilinois en 1943. Es el segundo dramaturgo estadounidense más adaptado después de
Ganó el premio Pulitzer con su obra "Buried Child" aunque alcanzó la fama popular por su faceta como actor y guionista de cine, con películas como Paris-Texas, Magnolias de acero,El informe Pelicano o Black Hawk derribado.
En 1980 Shepard era el segundoautor teatral más interpretado después de Tenesse Williams.Algunas de sus obras más destacadas son Buried Child, Curse of the Starving Class, True West y A Lie of the Mind.


Sam Shepard


jueves, 16 de septiembre de 2010

La factoria del miedo




Ilustración de Conrad Roset inspirada en una fotografía de Pascal Renoux

htpp://conradroset.blogspot.com
www.conradroset.com


Ahí está: el miedo. Ese espacio ártico y desapacible que nos empuja a la oscuridad. Que nos impide encontrar un lugar común en el que reiniciar la conversación con el mundo. Miro alrededor y descubro que los egos centellean. Una alfombra roja separa la realidad de la ficción como un río carmesí en el que la muerte, guadaña en mano, me impide el paso. El cadalso está reservado para algunos. Veo un hombre globo que asciende y choca con el techo. Y otro, que más ajado que el primero, se esconde tras una barba. A éste le llueven flores que su falsa modestia recoge del suelo cuando estas caen y se las vuelve a lanzar. Convirtiendo la secuencia en eternidad. El griterío les excita.
Y para mí, queda una sensación paralizante y erosionadora que me abruma. Mis brújulas se han disparado y giran enloquecidas perpetuando la soledad de las letras. Las vocales buscan pareja entre las consonantes y ambas incomunicadas no se expresan. Siento que como escribió Neruda “en mi cabeza enferma no ha de caber un sueño, así como en el cielo no ha cabido una estrella.”

lunes, 13 de septiembre de 2010

Dos pasos atrás




Fotografia de Pascal Renoux
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SONETO 126


Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho,
resentido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho,
amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor,
quien lo probó lo sabe.


Rimas de Lope de Vega






Fotografia de Pascal Renoux

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viernes, 3 de septiembre de 2010

Regreso a casa




Collage de David Salle


Volví a casa no porque él se hubiera dado cuenta de que no estaba. Sino porque su hermana, en una comida familiar, mientras aliñaba una ensalada, me preguntó ¿Te has ido?

jueves, 5 de agosto de 2010

El laberinto de la fuga



Fotografía de Maleonn.

Amanece. La alarma del despertador llega lejana. Pasea la mano por la mesilla a tientas. Golpea “El amante de Lady Chatterley” en su edición de bolsillo y lo hace caer al suelo, arrastrando con él las gafas. Apaga el eco del sonido y la habitación queda muda. Recoge el libro y relee su primer párrafo

"La nuestra es una época esencialmente trágica; por eso nos negamos a tomarla trágicamente. El cataclismo ha ocurrido. Nos encontramos entre ruinas, y empezamos a construir de nuevo, a tener de nuevo pequeños hábitos, pequeñas esperanzas. Es una tarea ardua: ahora ya no hay un camino fácil hacia el futuro; tenemos que sortear o saltar por encima de los obstáculos. Tenemos que vivir, por muchos cielos que se hayan derrumbado.”

El silencio se interrumpe por el ritmo de una respiración. Es la de un hombre. Un hombre que duerme. Como le gustaría encontrarse con Perec. Ella, como ese estudiante suyo que un día decidió no levantarse de la cama, abandonar sus estudios, sus amigos, su familia y encarcelarse en si mismo, deambularía por Paris buscándole. Caminaría sonámbula, vagando de un lugar a otro de la ciudad, como un fantasma fagocitado por las calles.

“No es necesario que salgas de casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera solamente. Ni siquiera esperes, quédate completamente solo y en silencio. El mundo llegará a ti para hacerse desenmascarar, no puede dejar de hacerlo, se prosternará extático a tus pies.” Eso dijo K en sus “Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero”. Pero ella ha de salir. No puede taparse con la sábana y quedarse inmóvil. Ni siquiera puede desear que la luz como una espada atraviese su pecho porque él ha abierto los ojos.


Maleonn es un fotógrafo chino, nacido en Shanghai en 1972. Su obra es un interesante viaje gráfico y teatral. Durante un tiempo se dedico al cine comercial pero cansado de no encontrar en ello satisfacción personal, a pesar de ser muy reconocido profesionalmente, decidió comprar una cámara de fotografía y acompañado de un bote de pintura se sumergió en su mundo imaginario.
Sus trabajos y composiciones fotográficas son magníficas, inquietantes y oníricas. Ha expuesto en las principales galerías de todo el mundo y es considerado uno de los mejores exponentes actuales del "surrealismo digital".

http://www.maleonn.com

jueves, 24 de junio de 2010

Se fueron juntos. Fue un 19 de junio.



José Saramago y Pilar




Carlos Monsiváis

lunes, 17 de mayo de 2010

Capturen a los sospechosos de siempre



Fotograma de la película "Casablanca"


Rick: Yo me quedo aquí hasta ver que el avión ha despegado.

Ilsa: ¡No Rick! ¡No! Anoche dijiste…

Rick: Anoche dijimos muchas cosas. Dijiste que yo tenía que pensar por los dos y es lo que he hecho. Y sé que tienes que subir a ese avión con Víctor que es a quien perteneces.

Ilsa: Pero Rick, escucha.

Rick: Escúchame tú. ¿Tienes idea de lo que te espera si te quedas aquí? Créeme, los dos acabaríamos en un campo de concentración. ¿Verdad Louis?

Renault: Me temo que Strasser insistirá en ello.

Ilsa: Dices eso para que me vaya.

Rick: Lo digo porque es cierto y es cierto también que perteneces a Víctor. Eres parte de su obra, eres su vida. Si ese avión despega y no estás con él, lo lamentarás.

Ilsa: No.

Rick: Tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde, toda la vida.

Ilsa: ¿Nuestro amor no importa?

Rick: Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche.

Ilsa: Dije que nunca te dejaría.

Rick: Y nunca me dejarás. Yo también tengo mi labor que hacer y no puedes seguirme a donde voy. En lo que tengo que hacer no puedes tomar parte. Y no valgo mucho, pero es fácil comprender que los problemas de tres pequeños seres no cuentan nada en este loco mundo. Algún día lo comprenderás. Vamos, Vamos. Ve con él Ilsa.(…)


Diálogo perteneciente a la película "Casablanca". Dirigida por Michael Curtiz en 1942 e interpretada por Humphrey Bogart (Rick Blaine) y Ingrid Bergman (Ilsa Lund). Está basada en la obra teatral, "Todos vienen al Café de Rick" (Everybody Comes to Rick's) de Murray Burnett y Joan Alison, que nunca fue puesta en escena. El desarrollo de la película se centra en el conflicto de Rick que deberá escoger entre su amada Ilsa o hacer lo correcto. Su dilema es ayudarla o no a escapar de Casablanca junto a su esposo, uno de los líderes de la resistencia para que éste pueda continuar su lucha contra los nazis.La música fue escrita por Max Steiner, compositor que había saltado a la fama por haber creado la banda sonora de "Lo que el viento se llevó". La canción As time Goes By de Herman Hupfeld que es uno de los iconos del film iba a ser sustituida por una compuesta por Steiner. Fue una suerte que para ese momento Ingrid Bergman ya se hubiera cortado el pelo para interpretar su papel en "Por quién doblan las campanas", imposibilitando con ello el poder volver a grabar las escenas con la nueva música.


jueves, 22 de abril de 2010

Milena y Ruth


Vilhelm Hammershoi (Sunbeans, or sunlight, also calle Dust Motes Dancing in the sunbeans
)


No sé porque le mentí, a veces me pasa. Es un acto reflejo que me sale natural, hasta a mí me sorprende pero mira, me dejo llevar y termino interpretando ese papel que tan bien me sale, la inocente chica perpleja por lo que escucha.
También me pasa en los taxis pero eso resulta más grave. No sé si es un modo de proteger mi intimidad o si simplemente es que soy una especie de actriz urbana que interpreta papeles en la vida real. Para el caso no importa.

Hablábamos por teléfono. Yo la había llamado horas antes a su teléfono personal y ella no lo había cogido. Y horas más tarde era ella la que desde el teléfono de su trabajo me devolvía la llamada.
Hablamos de un incidente sin importancia que me había ocurrido la semana anterior y después me dijo:

- ¿sabes que Milena y Ruth están trabajando juntas?
- ¿Ah sí?, respondí. Vaya curiosa casualidad ¿no?

Claro que lo sabía. Está ciudad es nerviosa y muy pequeña y es difícil recorrer sus calles sin que esas noticias te salgan al paso. Vas de una esquina a otra y atas uno, dos y en el tercer cabo está la noticia. “Milena y Ruth después de todo trabajan juntas”.

Sí, ya lo sabía. Me divirtió que dijera que se había reído un buen rato comentando el asunto con Milena. Aunque la verdad es que pensé que tan sólo era un mcguffin pues sinceramente creo que si no se hubieran reído de eso se habrían reído de cualquier otra cosa. Me pregunté si Milena le habría contado que nos habíamos encontrado casualmente y que ambas habíamos evitado saludarnos. Imagino que no. Milena para esas cosas es muy reservada.

Parece ser que tras la entrevista de trabajo que la empresa le hizo a Ruth, éstos no sabían si sumarla a la plantilla o no y fue Milena la que les ayudó a tomar una decisión definitiva. Esa que hizo que Ruth trabajara de nuevo.

- Pero bueno no están en el mismo departamento añadió mi amiga.

Yo sonreí. Lo gracioso del asunto es que Ruth quedó conmigo la tarde en la que la entrevistaron y me contó lo sucedido. Por supuesto no nombró a Milena, probablemente no se habían visto y no sabía que trabajarían bajo el mismo techo y sobre el mismo suelo. Aunque vete tú a saber. Me dijo que le llamaron interesadísimos al poco de salir de la oficina. Parece que su currículum y su buen hacer les había dejado obnubilados. Y fíjate por donde ahora yo descubría que de no haber sido por Milena, tal vez Ruth estaría ahora comiéndose los mocos en casa. Como es la vida, ni uno mismo sabe a veces la verdad.
La comunicación de los móviles se cortó. El mío tenía muy baja la batería. Espere por si ella volvía a llamar pero no lo hizo. Así que guardé el teléfono dentro del bolso y entré en una librería. Oteé los estantes y me hice un regalo por San Jordi, un libro de un escritor uruguayo que además de escritor era pianista. Y pensé que tal vez la rosa me la regalaría alguna vez Milena.



Vilhelm Hammershoi (A woman in an interior, Strandgade 30
)


Las pinturas son de Vilhelm Hammershoi (1864-1916), pintor danés que trabajó sobre todo en su ciudad natal Copenhague, realizando retratos paisajes y especialmente una serie de interiores por los que se hizo muy conocido. (Los dos cuadros que aparecen en el post pertenecen a esa colección.)
Se casó con Ida Ilsted, hermana del artista Peter Ilsted. Ida fue modelo en muchas de los cuadros de ambos pintores. Tras la muerte de Vilhelm sus cuadros cayeron en el olvido, hasta que con el resurgimiento del simbolismo han vuelto a emerger del silencio.
En sus motivos y composiciones las pinturas de Hammershoi recuerdan a los fotogramas de su compatrióta el cineasta Carl Theodor Dreyer.


miércoles, 7 de abril de 2010

Por una mirada




"L'amour fou" pintura de Charris

Más allá de la noche que me cubre como el abismo insondable Doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma inconquistable En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado, ni pestañeado Sometido a los golpes del destino Mi cabeza está ensangrentada, pero erguida Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el horror de la sombra La amenaza de los años me encuentra Y me encontrará sin miedo No importa cuán estrecho sea el portal Cuán cargada de castigos la sentencia Soy el amo de mi destino Soy el capitán de mi alma

Invictus poema escrito por William Ernest Henley



La ansiedad me tenía comida la imaginación. Deambulaba con los nervios a flor de piel, saltando de libro en libro, de “Los confines” a “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”. Y de ellos, al último tomo de “Tu rostro mañana”. Nada parecía conseguir interesarme. Leía a una velocidad vertiginosa y el poso de palabras que quedaba en la taza de mi cerebro no era más que un grupo de manchas inconexas e indescifrables que terminaban por borrarse de mí en minutos, dejando mí memoria limpia como la patena. Intenté respirar hondo y sentir como el oxigeno llegaba al fondo de mis calcetines y saltaba de dedo en dedo, en mis pies. La lavadora dio su último centrifugado y me levante del sillón con la sensación de que aquellas tareas cotidianas y pragmáticas eran lo único que me mantenía unida a la realidad aquella mañana. Fui a la cocina, saque la ropa mojada y la acomodé en la bolsa de plástico a rayas de colores que suelo utilizar para transportarla de la cocina a la terraza. El viento dificultó cuanto pudo la tarea. La humedad de la ropa congelaba la punta de mis dedos y las pinzas se caían al suelo constantemente. Mis manos parecían de trapo, un blandiblu infantil sin fuerza, sin músculo. Entré de nuevo a la casa y escuche el rugir de las corrientes. Pobres pájaros pensé. Pobres vencejos, que sería de ellos. El resto de especies se posa en los árboles y se resguarda de las tempestades. Pero ¿y los vencejos?, ¿y los aviones? .Ellos no descansan, no interrumpen su vuelo ni por el sueño. Parece mentira pero cuando uno se siente angustiado, lejos de buscar algo que reduzca la presión emocional sobre si mismo, siempre encuentra cualquier tontería que la acrecienta. Así que mi ansiedad se multiplicó esta vez pensando en las aves. Me metí en la ducha y me puse el mismo vestido que los dos días anteriores. Algo que en el fondo recaló en mí, me hizo sentirme sumida en el mismo atolladero que los días pasados. La misma ansiedad, la misma inmovilidad, la misma falta de creatividad y ahora el mismo envoltorio para todo aquello. Cogí el abrigo marrón de cuadros, hace tiempo ese abrigo me encantaba las rayas de colores que lo cruzan para formar los cuadros de colores me parecían un cuadro de Klee. Ahora me resultaba difícil no ver las bolitas que el tejido de lana había desarrollado. Cogí el abrigo y abroche los botones. Me arregle el cuello. Me dirigí a la cocina y fui anudando las bolsas de basura. La basura orgánica, el plástico, el papel y por último cogí la bolsa en la que había ido agrupando las piezas de cristal. Bajé las escaleras, absorta en pensamientos rápidos que atravesaban mi cuerpo y mi cabeza como si corrieran un rallye. Salí a la calle y el viento tomó mi pelo y lo hizo agitarse por encima de mi cabeza como si pretendiera modelarlo a su antojo. Caminé como pude hacia los contenedores. Primero me acerque al de la basura orgánica. Su tapa gris se abría y se cerraba sola como si fueran las fauces de un enorme monstruo que amenazaba con engullirme. Rápida lancé la bolsa a su interior, creyendo que el bocado calmaría su furia. Me dirigí a los pesados contenedores de plástico y papel. Las bolsas de plástico entraron con facilidad en los agujeros del contenedor de tapa amarilla, no fue igual de sencillo con el papel. El contenedor estaba lleno de cartones muy grandes que hacían difícil vaciar la bolsa en la que había ido recogiendo día tras día, los envoltorios de papel, los ticket de compra, las revistas pasadas, los periódicos fuera de tiempo, los guiones caducos. Me costó meterlos en el contenedor pero al fin lo hice. Di dos pasos para acercarme al contenedor de cristal, ese iglú verde que alberga botellas, botes…Al mirar al frente vi a un chico negro con el que cruce la mirada unos segundos, caminaba por la acera, Por alguna extraña razón varió su ruta y en vez de pasar frente a los contenedores de papel y plástico giró y siguió caminando. En ese instante ambos contenedores empujados por el viento se alzaron de la acera y cayeron de bruces contra el suelo. Yo a penas había sacado el primer tarro de cristal de la bolsa. El estruendo fue enorme. Busqué con la mirada al chico negro que hizo lo mismo conmigo. Nuestros ojos abiertos como platos parecieron comunicarse. Si no me hubiera mirado segundos antes tal vez hubiera caminado ensimismado en sus pensamientos y habría caído bajo las dos moles metálicas. Y si yo no hubiera cruzado la mirada con él habría terminado de vaciar la bolsa en el contenedor de cristal y me hubiera acercado para tirar la bolsa de plástico al contenedor de plástico y el pesado monstruo gris de pelo amarillo me habría chafado como si fuera una croqueta. Ahora puedo imaginarme allí abajo, saliéndose sólo mis pies. Imagino que el golpe habría sido tan fuerte que tal vez a los servicios de urgencia les habría resultado imposible separarme del contenedor, tan difícil como para un cartero separar un sello del sobre que le lleva. Incluso ante tan ardua tarea tal vez los míos, mi familia, se vieran en la tesitura de tener que enterrarme junto al contenedor. Y así mi existencia quedaría atada para siempre a un montón de desechos plásticos. Hasta pude oírme quejándome de mi mala suerte, no por haber sido planchada por un contenedor sino por haberlo sido por el de plástico y no por el de papel y estar en la eternidad, si esta existe, rodeada de frascos de poliuretano vacíos y sin nada que leer más que etiquetas comerciales con absurdas composiciones.


miércoles, 17 de marzo de 2010

La mudanza




Chema Madoz


Me mudé con cautela, poco a poco, primero unas palabras bastante espaciadas en el tiempo, después unas pocas más. De un modo natural el tiempo se fue acortando entre los textos y un día me vi más donde estoy, que donde estaba.
Fue similar a esos noviazgos maduros en los que los cónyuges van de la casa de uno a otro, llevando la maleta consigo siempre, hasta que el desgaste de no pertenecer a ningún lugar les obliga a duplicar sus huellas. Una cuestión de comodidad se dicen los consortes uno a otro. Una forma de justificar la indecisión le dice la razón al corazón cuando nadie puede oírla.
También yo dejé dos textos iguales en ambas casas como quien duplica el cepillo de dientes. Y dejé mudas distintas pero escasas en la casa nueva. Durante un tiempo huí de una y de otra. Y colgué mis textos del aire y dejé que algunos se perdieran correteando entre mis neuronas, sin intentar transcribirlos.
Un día el sentido común me empujo hasta aquí. Una casa privada, nada expuesta. Una casa íntima donde esconderme.
He de confesar que no fue agradable descubrir que a nadie pareció importarle. Recuerdo que una vez leí un libro, no sabría precisar si de Vilamatas o de Auster, en la que el protagonista angustiado por su vida decidía huir, escapar de su cotidianeidad y esconderse en un hotel de un lejano país. Y descubría con zozobra que nadie le había echado en falta, nadie había salido a buscarle. Nadie se había hecho ni una sola pregunta sobre él y su desaparición.
Así fue también conmigo, descubrí mi invisibilidad mundana con asombro y cierta tristeza.
Hasta él, el que se suponía debía ser mi más ferviente admirador, no notó nada, no salió en mi busca. Fue difícil encajarlo al principio pero pronto me acostumbre a la nueva situación.




Chema Madoz

lunes, 25 de enero de 2010

La reina hipócrita


Ilustración de Chelsea Cardinal


La gente no cambia. Los vanidosos por pequeños que sean siguen siendo vanidosos, eso sí con el paso de los años se hacen más oscuros y amargos. Los confiados por poco confiados que sean siempre caen en la trampa que los vanidosos les tienden. Los que piensan que siempre hay alguien fabulando contra ellos siempre encuentran a uno u a otro inventando malevolencias con sus nombres. Y al final que más da, si el rumor de la tormenta toca una y otra vez, en la misma clave, la menor. Si el concierto de acontecimientos resulta siempre tan hastiosamente idéntico que aburre. Dijo Ambrose Bierce “lo que tú llamas morirse es simplemente el último dolor”. Dime ¿quién sabe con certeza cuantas veces morirá antes de ser enterrado? Me acusas de mentir, de ocultar la verdadera razón por la que me niego a quedar contigo para tomar siquiera un café. No sabes lo que dices, has perdido el juicio, pataleas como un niño al que acaban de quitarle su juguete. Yo ahora tengo una vida, otra vida y en ella soy feliz. Convéncete, nuestros caminos nunca más tenderán a cruzarse.
¿Quién de nosotros se miente?, te pregunto yo ahora, ¿quién?
Tal vez, me equivoqué al tomar la decisión de no decirte crudamente la verdad, de no decirte lo que sentía cuando me ponía tras un café frente a ti. Y lo hice por no importunarte, por no hacer de ti un objeto de análisis y disección, por no dejar en ti frases que como huellas marcaran una nueva ruta a tu infierno, ese que llenas con fabulaciones y estúpidas explicaciones inventadas. Ese que llenas por no enfrentarte definitivamente a la idea de que entre tú y yo, existe un vacío inabarcable. Ese que llenas por no decirte a ti mismo que aún intentas buscar un resquicio de aquel pasado, de la esperanza de que algún día tu vida sea como entonces la soñaste. Créeme nunca te ame y nunca lo haré.
Dices que has cambiado. Que un hombre que deja la cocaína y el alcohol se transmuta en un nuevo ser. Que ya nada es igual en ti. Que mereces una oportunidad y yo al no concedértela estoy siendo injusta. Y tú, te atreves a hablarme de justicia. Tú que durante todos estos años sólo has intentado manipularme a tu antojo, con el único fin de atraparme en tus sibilinas redes. Esas que tejes con tus reproches y con las semillas de la culpa judeocristiana.
Me maltratas psicológicamente, siempre estoy a merced de tus cambios hormonales, de tus arrebatos, has dicho. Y yo tragando saliva en silencio, he escuchado el romper de las olas del mar en mí acantilado. Llévate tu tormenta a otras lares, y convéncete, no tengo miedo a amarte, es sólo que no lo hago.
Me cansan tus arrebatos y tus insultos. Deja de mentirte y mírate al espejo, reconócete solo, solo con tus deseos de victoria, con tu idea de morir lejos de casa, en una isla del pacífico o desapareciendo románticamente como el gringo viejo. Me aburres.
Podrás gritarme y arremeter contra mí tantas veces como lo desees, nadie te lo impedirá. Imagina todo lo que quieras estás en tu derecho. Y en efecto, como tú dices, nada en el mundo cambiará porque me tome un café contigo. Claro que nada cambiará, porque nada cambia, ni siquiera mi muerte cambiaría en nada las cosas. Tú seguirías pensando en lo mismo, recreándote en ese gran amor que una vez sentiste y crees que ya no sientes. En esa pasión que viviste a solas. No hubo, ni habrá nada entre nosotros. Y si lamento algo y me siento culpable es por no haber vertido sobre ti mi rabia cuando no me creías al decirte que no te amaba, por no haberte abofeteado cuando lo merecías, cuando me faltabas el respeto. Lamento haberte cogido una y otra vez el teléfono, año tras año, pensando que esa vez las cosas serían distintas. Nada cambia amigo, nada cambia. Pero sabes, comprendo tu furia, que otra cosa podrías hacer para huir definitivamente de esa pasión que te obsesiona sino inventar un odio tan grande que me borre de la faz de la tierra. Pero lamento decirte que como escribió Ogden Nash, “cualquier muchacho de escuela puede amar como un loco pero odiar, amigo mío, odiar es un arte” y lamento decirte que tú, tú no eres un artista.

martes, 19 de enero de 2010

Unas horas en la peluquería




Pintura de Mery Sales


- Buenos días.
- Buenos días, tenía hora a las diez.
- A ver, sí eres…
- Sí, soy…
- Pasa y siéntate donde quieras.
- Dime tú, a mí me da igual una silla que otra. Y tú tal vez si tienes alguna preferencia. - Siéntate entonces en la de en medio.

Estamos solas, pero por poco tiempo. La peluquera se llama Noelia. Es pelirroja, con un corte de pelo moderno y liso. Me confiesa que cuando sale de la ducha lo tiene rizado pero ayer decidió estirárselo.

- ¿Estirártelo?, le pregunto.
- Sí, contesta, a veces hay motivos para hacerlo, ¿no? ¿A ti no te pasa?

Intentó contestarle pero no lo hago. Me digo a mí misma, muchas veces deseo poner la cabeza encima de la mesa y planchar mis pensamientos, pero con el pelo, con el pelo nunca... me interrumpe.
Ayer un amigo, rectifica, su novio, intuyo que llevan poco tiempo, y ella aún no siente la relación como estable, se la jugó en un restaurante. Ella había decidido invitarle a cenar y cuando todo acabó, al disponerse a firmar la cuenta, el chico, su novio, dijo sin pensarlo:

- Esa firma no se parece en nada a la de tu dni.

El camarero que está de pie esperando, le escucha y vuelve a pedirle el carnet a la peluquera. Noelia saca todos los colores que tiene guardados y avergonzada pinta su rostro como los indios, pintura de guerra. Tiende ambas tarjetas y espera a que el camarero compruebe la autenticidad del documento.

-¡Que vergüenza!, piensa.

Imagino que es ese el momento en el que su pelo pierde los caracoles. El camarero le recrimina que la tarjeta bancaria no está firmada por detrás. Un tierra trágame con eco, resuena entonces. Ella nunca presta atención a esos formalismos, me confiesa. Tras un silencio incómodo, el camarero por fin decide pasar por alto el incidente y le devuelve el dni y la tarjeta. Ella espera y cuando el camarero les da la espalda, a ella y a su nuevo novio, le da un cachete al chico, pero tú...

Llega entonces el dueño de la peluquería junto a su hermana, que también trabaja allí. Ella que es flaca como un suspiro y blanca, blanca como las nubes, no corta, ni tiñe, ni lava, barre los pelos y escribe en fichas las historias de los clientes. Anota el nombre e inventa lo que se le ocurre. Anota: Morena, ojos tristes, llega en un día gris en el que la temperatura marca nueve grados. No parece haber tomado zumo de naranja. Parece preferir el té al café. Le gustan las tostadas de pan de cereales, con sésamo crudo y miel… y últimamente no recuerda sus sueños.

viernes, 15 de enero de 2010

Gringo Viejo



GRINGO VIEJO: Me he comportado vilmente, pobre capitán, él sólo pretendía impresionarnos con su valor ante la muerte. Quería demostrarnos que podía morir con gallardía. Resulta casi divertido pensar que no podía ocurrirme a mí, porque yo no estaba preparado. Pero ha merecido la pena sólo por verla a usted. Ha estado espléndida. Su apasionado interés por salvarme la vida ha sido muy halagador. Estoy profundamente conmovido.

HARRIET:
Es usted intolerable.


GRINGO VIEJO:
Toléreme, toléreme por favor, se lo suplico. Ha pasado tanto tiempo desde que alguien lo intentara. Oh, antes las mujeres suspiraban, hinchaban el pecho, que hermosas eran. Yo suponía que siempre estarían ahí, suspirando en mi bigote, pendientes de mis miradas. Esperando un gesto mío. Pero todas se han ido, no han esperado. Supongo que no llegue a inspirar el suficiente amor a ninguna de ellas.


HARRIET: ¿Qué es lo que era?

GRINGO VIEJO:
¿Qué que era, el qué?


HARRIET:
¿Qué es lo que hacia para que suspiraran? Nunca he suspirado por un hombre.


GRINGO VIEJO:
Verá, cuando no era más que un chiquillo soñaba que haría cosas que cambiarían el mundo y una noche, tendría unos dieciséis años, le prometí a una muchacha que haría algo grande, realmente grande, por lo que le resultaría imposible no amarme. Y que después volvería en busca de ella. Bien, ¿Qué es lo que piensas hacer, exactamente? Escribiré el poema más hermoso que nadie haya escrito jamás. Un poema que haga que la gente lloré de felicidad. Ame con desesperación. Que comprenda cual es el significado de su existencia en la tierra. Oh, no, dijo. No puedes escribir un poema así. Nadie puede. Le dije, tú espera. ¿Durante cuánto tiempo?, me contestó ella. Y puesto que era un chiquillo, cada hora me parecía llena de posibilidades ilimitadas. Yo le dije sólo por poco tiempo. He escrito durante cincuenta años. He escrito cada día de mi vida, sin excepción. He escrito y escrito. He escrito durante largas noches de insomnio. En países extranjeros, en salas de prensa llenas de enemigos. He escrito mientras mi juventud se desvanecía y mientras el amor me traicionaba. Hace muchos años que olvidé su cara, el color exacto de sus ojos, la precisa línea de su boca. Pero hoy con la espalda contra aquel muro, la he visto a usted y he sabido que usted era ella y que el único lugar de la tierra dónde podía haber escrito aquel poema hubiera sido entre sus brazos. Dios mío, como deseo besarla. Eso es lo que hacían, lo ve, acaba de suspirar.


AMBROSE BIERCE, GRINGO VIEJO - Gregory Peck

HARRIET – Jane Fonda


Diálogo perteneciente a la película GRINGO VIEJO (1989) de Luis Puenzo con la que ganó un óscar. Basada en la novela homónima del escritor mexicano Carlos Fuentes (1985) El guión de la película está escrito por Luis Puenzo y Aída Bortnik.


viernes, 8 de enero de 2010

Doblando recuerdos



Perspectiva , 1949 fotomontaje de Grete Stern



Saca la caja del año pasado y con los dedos revuelve en ella. Encuentra un pequeño martes de abril que había olvidado. Un martes que amaneció soleado y poco a poco, se fue tornando gris hasta que llegada la noche fue borrado con una gran tormenta. Lo levanta y lo mira, aún gotea. Lo deja caer en la mesa. Estira de la esquina de un bonito día de mayo que se resiste a salir de la caja, está enganchado a una fea tarde de octubre, ese si lo recuerda, lo mira al trasluz. La radiografía de su esqueleto le muestra claras las veinticuatro horas. Un desayuno con tostadas, un par de meriendas, el comienzo de una serie de televisión y unos suaves ronquidos en el brazo del sillón abrazada a un pesado libro. Sonríe.

Remueve el fondo e intenta sacar toda una semana de noviembre… llaman al timbre y la interrumpen. Atiende a la vecina que tan sólo la entretiene un par de minutos. Regresa impaciente a la caja y coloca allí esos instantes, fechados y etiquetados ya con el nombre de la vecina, el número de la puerta en la que vive y el color de su pelo. Y sigue su búsqueda. Intenta localizar la semana de noviembre y aunque busca y busca no lo consigue, se lamenta, era una de sus favoritas. Aparta un par de días de enero que estornudan al pasar su dedo índice sobre ellos, llevan atados unos clínex que ondean como banderas.

Poco a poco agrupa los días en semanas y estos en meses. Hasta que se cansa. Entonces cuidadosa toma los días que ha esparcido sobre la mesa y los va doblando. Los mete de nuevo en la caja y apaga la luz.




Artículos eléctricos para el hogar, 1950 fotomontaje de Grete Sterne


Ambos fotomontajes pertenecen a la serie "Sueños" que la fotógrafa alemana realizó por encargo para la revista femenina "Idilios", donde semanalmente Grete ilustraba una sección dedicada a las consultas que realizaban las lectoras para que les interpretasen sus sueños.