martes, 14 de diciembre de 2010

Buenos días




Ilustración de Ana Juan.

No hay nada peor que despertarse sobresaltado por el timbre del despertador que tu madre te regalo las navidades pasadas y que canta como un gallo que está cambiando la voz y minutos después descubrir que la noche anterior cambiaron la hora y tú no te enteraste y por lo tanto llegas tarde a todas tus citas.

En ese momento suena el teléfono y sabes quién es, por supuesto. Se trata de esa cita que durante meses has ido esquivando y que ya sin poder excusarte más tuviste que aceptar la tarde anterior y que debe estar esperándote desde hace rato.

- Bueno, si…bueno tal vez la hora del desayuno sea una buena hora. Sí, nos vemos a eso de las 8, en la pastelería que tanto te gusta, sí. Tranquila no se me olvidará. Sí ya sé que me ha pasado otras veces pero está vez no es igual. Está vez tengo muchas ganas de verte. Rememoras mientras descalzo vas hacia el teléfono y tu dedo gordo choca contra la pata de una silla.

Enfadado piensas que ahora perderás una hora de tu preciado tiempo escuchando la cháchara aburrida y repetitiva de la hermana de tu madre. Una anciana tía que se dedicó en cuerpo y alma a cuidarte durante tu niñez pero los tiempos han cambiado y ahora todo va mucho más deprisa que entonces y apenas te queda tiempo para respirar dos veces seguidas. Y en el trabajo tienes un montón de compromisos y no sacas tiempo para nada. Y sería fatal llegar tarde también a la reunión de directivos publicitarios.

Coges el teléfono e intentas disculparte pero para tu sorpresa tu tía no está enfadada sino que llora como una magdalena desconsolada. Intentas que articule una palabra comprensible pero entre sollozos lo único que consigues entender es: “magullada, como una berenjena arrugada…pobre…” Mucho más tarde descubrirás que una de las mejores amigas de tu tía, ha rodado por las escaleras y está sentada en su sillón junto a ella porque nadie de su familia tiene tiempo para llevarla al hospital.

Intentas calmar a ambas ancianas. Tu tía dice que no te preocupes sabe lo ocupado que estás y los del SAMU no tardarán en venir a por ellas. Desconsolada cuelga aduciendo que llaman al timbre y tus palabras, chocan contra el auricular y con un golpe violento vuelven a entrar en tu boca, sin poder correr por el cable telefónico porque tu tía ha cortado vuestra comunicación. En ese momento, tu corazón cruje y una sensación de culpa lo estruja violentamente.

Respiras con cierto desconsuelo y farfullas como puedes: “Bueno días.”


Ilustración de Ana Juan

No hay comentarios: